viernes, 5 de octubre de 2007

A toda criatura

Cuando me encontraba hablando con un buen amigo sobre la bondad del Señor en nuestras vidas, logré percibir una sensación totalmente extraña. En una fotografía de toma aérea, nos vi hablando, y me vi, en cierto modo, convenciendo (o tratando de hacerlo). Por supuesto, cualquiera podría mencionar que dicha persuasión era totalmente, digamos, sana. Pero, muchos, perciben el cuadro de una manera distinta. Un fanatismo como panel de la foto.

Sentí, en mi corazón decirle que no hablo por mí mismo, ni para favorecerme. No hablo de una credencial, ni le explico las condiciones de membresía. Definitivamente, no quiero hacerlo ser parte de una institución. En otras palabras: No quiero que seas de mi religión. Entonces, ¿cuál era mi intención?

Logré rescatar, gracias a Dios, aquello que atizaba esa motivación por hablar de Jesús. Era fácil, era sencillo, era Él. Mencioné a mi amigo que lo quería mucho, y me dije a mí mismo, pero amo más a Dios. E, incluso, gracias a Él, puedo amarlo. Recordé entonces este pasaje: "...amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios [...] Porque Dios es amor (1era Juan 4:7)". Me di cuenta de que si amaba a alguien, ahora lo amo más, porque soy de Dios. Y si hablo de Cristo es porque quiero que mis amigos conozcan la verdadera vida, y, por supuesto, porque amo a Dios y creo en Su palabra. Y le agradezco por prestarme tan buenos amigos -y familia-, porque ellos son (o serán) de Él.

Juan el bautista, anticipó ese hambre que tengo por hablar y no callar su gracia: "El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz (Juan 3:33)". Los cristianos creemos firmemente que "...no puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo (Juan 3:27)". Nosotros, los hijos de Dios, no podemos callar su bondad y su favor. Dios pone palabras en nuestra boca. Incluso, este blog, mantiene esa motivación. Definitivamente, no lo hago en mis fuerzas porque no duraría ni un segundo. Lo hago por y para Él.

"Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable (1era Pedro 2:9)". Amigos, hermanos, amados, les animo a cumplir esta preciosa promesa. Si no lo hacemos, entonces quién lo hará. También poseemos un arma poderosa para nuestros seres queridos: la oración, a medida que intercedamos por otras personas, Dios nos da más compasión.

Dios nos llama a anunciar sus virtudes a toda criatura. Empecemos por quienes más amamos. Lo hacemos para Él, para Su gloria.

No hay comentarios:

Planeta de Blogs Cristianos