“Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete… (Apocalipsis 2:5a)”.El alejamiento, o la falta de pasión, tuvieron un proceso largo que fue toscamente devorado por la religión. El escritor y pastor A. W. Tozer dijo: Sea lo que sea que abrace, la verdadera experiencia cristiana debe incluir un encuentro genuino con Dios. Sin eso la religión es como una sombra, una reflexión de la realidad, una copia barata de un original que alguna vez fue disfrutado por alguien de quien hemos escuchado. La religión, simplemente, rompe la conexión con Dios que debe definir a todo cristiano. La religión es una rutina de cristiandad. Ser cristiano es creer, amar y vivir a Jesús. Si has dejado el primer amor, pídele al Espíritu Santo que te muestre dónde y cómo has caído. Si existe la necesidad de reconciliarse con alguien, hazlo. Si hay algún capítulo inconcluso que solucionar, conclúyelo. Recuerdo el día en que estuve en casa con un amigo que recibió a Jesús esa misma noche. Algo que impactó mi vida fue su breve oración al Padre. Jamás escuché palabras más sinceras e inocentes. Sentí la presencia de Dios inundando mi cuarto con aquellos versos. A veces, es necesario eso luego de reconocer nuestra condición espiritual, volver a “recibir a Jesús”, una primera obra. Un Back to the basics, como lo llamo yo. Un nuevo inicio de algo inacabable suena razonable ¿no?“… y haz las primeras obras (Apocalipsis 2:5b)”.La decisión es lo más importante en el cambio. Decidir a quitarte la fachada de cristiano delante de Él y decirle que si eres cristiano es por Él. Que Él es la causa del cristianismo, no la consecuencia. Pedirle pasión por Él y buscarlo con todo nuestro corazón (Jeremías 29:13). Sacar la banderita blanca de rendición y proponerte a depender de Él. En ese momento, tu oración sobrepasará el techo de tu cuarto y la atmósfera de la verdadera adoración inundará tu vida (Juan 4:23). El gozo y la paz se convertirán en tu condición eterna (Salmos 16:11). Tendrás la certeza de que Dios está escuchándote, hablándote, caminando a tu lado, abrazándote mientras lees esto. Sabrás que cuando hablas con Él, Él está frente a ti. Te darás cuenta de que quien está a tu lado, es el ser más poderoso y es más real que el monitor frente a ti. Y correrás desesperado a buscarlo, a querer abrazarlo. Porque te decidiste a recuperar a tu primer amor. Recuerda, nada permanece, sólo la gracia de Dios. Y esa gracia te hace vivir pegado a Él. Podríamos negarle como Pedro, dormir cuando nos pide velar, pecar cuando nos pide santidad. Pero la gracia de Dios supera todo eso y siempre, amado hermano, lo hará.“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (Efesios 2:19)”.Regresa a tu condición de niño. Esa condición en la que no tienes miedo de caer, porque tienes la fina certeza que una mano te sostiene. En la que no temes pedir, porque sabes que te será dado. En la que no temes llorar, porque sabes que serás consolado y alimentado. Sólo los que son como niños delante de Él, entrarán al reino de Dios (Marcos 10:15). Apasiónate por Él, retorna al instante en que le dijiste: Viviré esta aventura porque Tú estás conmigo. Podrás renovarte en los ríos de agua viva que Él promete (Juan 7:38). Podrás creer tus palabras al decirle Te Amo. El encuentro me sirvió para darme cuenta de que si muevo un músculo, lo hago por el amor de mi vida: Jesús; y como dice la canción que subí (en la primera parte), para llevarme al santo lugar en el que Lo conocí. Apasiónate, hermano(a). Pronto llegarán días de gloria, de comunión con Él. Bendecirás a Jehová que te aconseja, aun en las noches te enseñará tu conciencia (Salmos 16:7).“… y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:19)”.La única razón de ser de un verdadero cristiano es habitar en el amor perfecto de Jesús. Sabemos que el sol renace cada mañana por Su amor, que el aire que respiramos es por Su amor, que la silla con tu nombre en Su mesa está ahí por Su amor. Sé valiente, Él no se limitó en ningún momento cuando estuvo aquí en la tierra, sino que marcó el cambio, y no vaciló porque tenía una meta: Morir por ti. Te amó más que a Su propia vida. Aunque suene imposible, intentemos hacer lo mismo que Él hizo por nosotros.Mi Señor, tú conoces mi corazón, nada te puedo ocultar.Sabes que te amo, pero hoy reafirmo ese pacto que hice contigo.Hoy te digo que te amo más que a nada en la vida.Ayúdame y enséñame a amarte más. Quiero arder de pasión por Ti.Mi vida es tuya, es todo lo que te puedo dar.Mi amor es tuyo.Gracias por encontrarme, gracias por cuidarme,Gracias por amarme.Te amo. Confío en Ti. Eres mi fortaleza.Eres mi primer amor.
De pie me encontraba, aquel cuarto oscuro, cuando vi Tu luz que me hizo caer, rodar, llorar...Tu gloria fue demasiado para mi vida, cambió mis pasos, cambió mi mente, cambió el rumbo de un simple mortal. Tus ojos me enamoraron y mis labios repitieron tus sublimes cantos, sin saber que pactaba mi vida cotigo.Ya no pudo ser igual, sólo... todo había cambiado.
Quizás no “andes en pecado” como los adúlteros o los hipócritas (Romanos 3:10). Haz renunciado a muchas cosas por Él, y te sientes bien por no ser malo como los del mundo (Lucas 18,11). Probablemente ores todos los días, pero tus versos son largos discursos o frases que has ido memorizando de algún hermano y has ido complementado con el de algún otro, nada nuevo, nada original, ‘lo que te pedí ayer, lo mismo, nomás Señor’ (Mateo 6:7). Vas a la iglesia fielmente todos los domingos, pues se hizo una costumbre saludar a la congregación quien te devuelve una sonrisa de aprobación por tu asistencia. Es posible que en tu colección de discos se encuentre el último single de Jesús Adrián Romero, o Hillsong para los más jóvenes, pero las melodías ya no te conmueven como antes. Los cuadros en tu casa hacen notar tu devoción con el Salmo 23, o el 27, bien ubicado para que toda visita sepa que eres un cristiano. Felicidades, hermano, has logrado obtener el título de religioso. Vistes todo lo que es necesario para ser llamado un cristiano. La fachada te queda perfecta. Pronto te das cuenta de que nada te llena, que haz llegado al hastío espiritual. La fe ya no es lo que solía ser antes, se va deteriorando en un proceso muy sutil y, a veces, invisible. Tu fachada de cristiano está intacta, pero tu alma no encuentra esa sonrisa que tuviste el día de tu salvación. Yo le pregunté a Dios, ¿Qué pasó con el Carlos que no dormía si no habitaba en Tu templo y te adoraba sin importarle el reloj? Y… ¿Qué pasó contigo?